La comunicación estratégica y cómo se convirtió en un tema político el uso del cubrebocas en los Estados Unidos
La desconfianza por el uso del cubrebocas es compartida por muchos norteamericanos, 97% de los demócratas han dicho que usan cubrebocas en lugares públicos, mientras que solo el 70% de los republicanos lo hacen, a pesar de que las autoridades de salud insisten en que es una buena forma de evitar el contagio.
¿Cómo algo tan sencillo como usar un cubrebocas se convirtió en algo político?
Hagamos un poco de historia: en octubre de 2001, Estados Unidos enfrentó una crisis de salud provocada por el envío de Ántrax a oficinas de gobierno a través del correo. El Secretario de Salud en ese entonces, Tommy Thompson, se presentó en televisión y especuló, sin pruebas, que la primera víctima había tomado agua de una corriente al aire libre. Conforme avanzó la crisis, diferentes oficiales dieron información frecuentemente opuesta entre sí, en pocas palabras, nadie estuvo realmente a cargo de comunicar lo que sucedía a la población causando una crisis de confianza y desinformación.
Esta experiencia llevó al Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) a hacer una guía de comunicación para emergencias y riesgos sanitarios, comúnmente llamada CERC (Crisis, Emergency, Risk Communication Guide). Este protocolo de comunicación y manejo de crisis, destaca como una de las claves para evitar la confusión masiva al tener un solo vocero oficial, quien debe ser una persona creíble y confiable en términos científicos y conocer el tema suficientemente bien para manejar las expectativas de la sociedad, además, afirma, no debe ser un político, ya que su mensaje debe llegar en forma imparcial a toda la sociedad.
Esto no significa que personajes políticos no puedan hablar sobre el tema, sino que no pueden hablar de la ciencia y deben seguir el liderazgo en la materia del vocero oficial. Un buen ejemplo de cómo debe funcionar esto fue lo que ha sucedido durante la pandemia en Nueva Zelanda; Jacinda Ardern, la primera ministra, ha estado presente en la mayoría de los briefings sobre el tema, pero no los ha liderado.
El protocolo de la CDC no se ha cumplido en los Estados Unidos durante la pandemia: no ha habido un vocero definido, ni un mensaje claro y el presidente Trump ha intentado incansablemente tomar el liderazgo de la conversación con fines electorales y restar credibilidad a Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas. Esto llevó a muchos americanos a tomar partido por una de las partes, demócratas por Fauci y republicanos por Trump, situación que se ha visto exacerbada por la prensa y la televisión liberal o conservadora, quienes se sumaron a esta dinámica, con lo cual el cubrebocas fue el símbolo de toda esta discusión.
Los gobiernos y los que nos dedicamos a la comunicación debemos aprender de esta experiencia, de qué sirve toda la planeación que implica un protocolo de comunicación de crisis si no se siguen sus lineamientos cuando la enfrentas, si los liderazgos no se alinean para ofrecer una narrativa consistente poniendo el bienestar del país o la organización por encima de los intereses personales. Un tema que sin duda nos dará mucho qué pensar…